Campañas ¿cortas? Ocho meses agitados.

Dulce María Sauri Riancho
Ahora sí empezaron los partidos políticos a recorrer la ruta hacia 2018. El fin de semana pasado todos, sin excepción, definieron el método para elegir a sus candidato/as. De acuerdo con lo que marcan los estatutos de cada partido, los integrantes de sus consejos, comités y órganos electorales internos seleccionaron el procedimiento que consideraron más adecuado para abonar a un mejor desempeño electoral el próximo 1 de julio.

El PRI eligió la convención de delegados; el PAN, entremezcló dos procedimientos, la designación directa y la elección entre sus militantes; el PRD definió realizar su postulación mediante un “consejo electivo”; en Morena, hace tiempo se sabe quién es su candidato. Trataré de explicar en qué consisten estos procedimientos, porque de su aplicación surgirán las personas que los respectivos partidos postularán a los cargos de representación, significativamente a la Presidencia de la República.
Los estatutos del PRI consideran dos métodos para la postulación a la Presidencia. Uno es la consulta directa, que puede ser abierta a la ciudadanía o participar sólo sus militantes. Ese fue el procedimiento seleccionado en 1999, que llevó a un exitoso proceso interno, con la participación de más de 10 millones de personas de todo el país. Nadie puede echarle la culpa al método, pero ciertamente fue uno de los factores que influyó en la derrota del PRI de 2000, entre otras cosas, porque el partido quedó dividido y sin dinero.

Con estos antecedentes, se puede comprender la reticencia de un grupo grande de priistas a adoptar este método, que asocian, con razón o sin ella, al fracaso de ese año. En cambio, la convención de delegados garantiza la participación de miles de militantes en sus distintas etapas. Habrá asambleas desde los municipios, los distritos y los estados, para elegir a delegadas y delegados que tendrán la encomienda de votar a favor del precandidato/a de su preferencia cuando se realice la convención nacional.

El PAN definió para elegir a su candidato a la Presidencia de la República la vía de la elección de su militancia que, según el INE, asciende a 220,573 personas en todo el país (los registrados en Yucatán son alrededor de 6,900). Sin embargo, la mayoría de las candidaturas del PAN en los estados y en las posiciones federales se resolverán por “designación”, entre los cuales están incluidos los futuros candidatos de Yucatán. Esto significa que un reducido grupo de la dirigencia panista definirá las candidaturas, decisión que deberá ser acatada por todos. El método es estatutario, aunque no parezca muy democrático. Los panistas tienen sus propios fantasmas en cuanto al método directo, al que le achacan divisiones internas y descalabros electorales por esa situación. ¿Cómo, entonces, eligieron la vía de la participación de toda su militancia para elegir a su candidato a la Presidencia?

Muy probablemente porque sus líderes nacionales albergan la esperanza de que la coalición con el PRD y Movimiento Ciudadano eliminará la obligación de aplicar ese método. La factibilidad del frente electoral se finca en la posibilidad de lograr un acuerdo entre las dirigencias de los tres partidos para postular un candidato “de unidad”, un candidato que satisfaga las expectativas de los tres partidos.

El PRD también definió su método, por si la constitución del Frente Ciudadano falla. Se denomina “consejo electivo” y está integrado exclusivamente por los consejeros nacionales, “quienes tomarán en cuenta sondeos, encuestas y acuerdos entre precandidatos”.

Tanto en el PRI como en el PAN hay voces que exigen una elección “abierta”. Rafael Moreno Valle, aspirante panista, logró que el Consejo adoptara la resolución que él había venido impulsando. A ver cuánto le dura el gusto, pues la coalición barrería con las determinaciones adoptadas apenas el viernes pasado. En cuanto al PRI, la insistencia ha provenido de la ex gobernadora de Yucatán, quien ya expresó que intentará obtener la candidatura con el método que fue establecido por el Consejo Nacional.

Los partidos ya notificaron al INE, el pasado fin de semana, sobre el procedimiento de postulación que definieron sus órganos internos. El siguiente paso será la emisión de las respectivas convocatorias. A finales de noviembre, todos los partidos tendrán que expedirlas, para que los aspirantes conozcan tiempos y condiciones, y evalúen si llenan los requisitos de la Ley y de sus propios partidos para calificar.

Los partidos, después de inscribir a sus precandidatos, deberán comunicar sus nombres al INE, que llevará puntual registro de esta relación y fiscalizará las campañas internas. Todos los inscritos como precandidatos, ellas y ellos, comenzarán la campaña interna, conocida también como precampaña, el 14 de diciembre, para concluirla casi dos meses después, el 11 de febrero.


Muchos años la larga duración de las campañas electorales fue motivo de reclamo social. El IFE y los institutos estatales se dieron a la tarea de reducir los tiempos oficiales de campaña y de imponer una normatividad sumamente compleja para controlarlas. En Yucatán se llegó a reducir el tiempo a 60 días. Pero con la llegada del INE y de las OPLES, el prurito de normar y de vigilar llevó a homologar fechas y plazos, dando como resultado que ahora México entero estará en campaña permanente, desde el 14 de diciembre al 27 de junio, día de cierre del largo y seguramente, agitado ciclo. Y ¡al fin!: elección, el 1 de julio.— Mérida, Yucatán.

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