Paridad y reelección, urgen reglas.
Dulce María Sauri Riancho
El pasado 8 de mayo, las páginas del
Diario Oficial del gobierno de Yucatán dieron a conocer dos importantes
decretos en materia de Paridad. El primero, una reforma al artículo 16 de la
Constitución del Estado (apartado A), que obligará a todos los partidos
políticos a registrar igual número de mujeres y hombres en las candidaturas a
las presidencias municipales y a las regidurías de los ayuntamientos. El
segundo decreto incluye las reformas a la Ley de Instituciones y Procedimientos
Electorales (artículos 214 y 221) y a la Ley de Partidos Políticos del Estado
de Yucatán (artículos 3, 25 f. XXVI, 34). La denominada coloquialmente “ley
electoral” establece el mecanismo para asegurar la paridad horizontal: “Cada
uno de los géneros encabezará el 50% de las planillas de candidatos a regidores
que contenderán en los municipios del estado”. Mitad y mitad no sólo en las
candidaturas a presidente/as municipales, sino también en la integración de las
planillas de regidor/as.
Por su parte, la Ley de Partidos los
obliga a observar la participación igualitaria de mujeres y hombres en la
postulación de candidaturas. Lo más interesante de esta nueva disposición es
que los partidos políticos tendrán que determinar y hacer públicos “los
criterios para garantizar la paridad de género en las candidaturas a
legisladores locales y a regidores”. Además, éstos “deberán ser objetivos y
asegurar condiciones de igualdad entre géneros”. Por primera vez una norma
yucateca aborda el tema de la violencia política contra las mujeres, pues la
reforma a la Ley de Partidos los hace responsables de garantizar que las
militantes de su organización “que contiendan o ejerzan un cargo de elección
popular” no sean objeto de violencia política en su contra. También los obliga
a sancionar internamente a quienes la ejerzan.
Varias e importantes noticias derivan de
las reformas en materia de Paridad. La primera es la obligación legal de
respetarla de todos los partidos políticos, sin excepción alguna. En 2015, sin
la obligación de paridad, las presidentas municipales disminuyeron
significativamente en número, pues sólo ocho de 106 ayuntamientos están
encabezados actualmente por una mujer, cuando tres años antes, en 2012, fueron
electas 16. En cambio, gracias a la paridad, la actual legislatura local tiene
un número récord de diputadas, nueve (36%), que contrasta con las poquísimas
alcaldesas (7.5% del total). Algunas voces interesadas señalan la imposibilidad
de los partidos políticos de encontrar “suficientes” mujeres interesadas en las
candidaturas y dispuestas a presentarse como candidatas. Otro argumento
engañoso: “no hay mujeres capaces” para ser alcaldesas, diputadas, etcétera,
como si en el sexo opuesto abundaran los ejemplares sabios, conocedores y,
sobre todo, incorruptibles. Cuando escucho estos “razonamientos”, no puedo
menos que remitirme a los estereotipos de género, que niegan capacidades a las
mujeres para desempeñarse en la vida pública.
Pero ¿qué sucede si un partido político
no respeta la paridad en las candidaturas? Sencilla respuesta: el Instituto
Electoral le negará el registro de sus candidato/as y le dará un periodo para
enmendar la deficiencia. Y si persiste, ni su emblema ni sus contendientes
aparecerían en las boletas electorales.
La paridad de género no será la única
novedad en las elecciones del 1 de julio de 2018. También se aplicará por
primera vez la reelección consecutiva para diputado/as y alcaldías. En el caso
del Congreso, el asunto será menos difícil en cuanto a la paridad, al menos
para el PRI, pues de sus 13 legisladores, más de la mitad (54%) son mujeres. No
es el caso del PAN, con la solitaria presencia de Beatriz Zavala. En cambio, el
PRI y el PAN tendrán problemas con la reelección consecutiva de sus alcaldes y
la aplicación del principio de la paridad. El PRI, que gobierna en 69
municipios, tendría que postular puras mujeres como candidatas a las alcaldías
donde es oposición (37), bajo el supuesto de que todo/as las actuales
autoridades buscaran la reelección. Y esto sin considerar la composición de las
planillas de regidor/as, pues tendría que prescindir de varios actuales ediles
para ser sustituidos por personas del sexo femenino. El PAN, como gobierna
menos municipios, 24, tendría aparentemente menores dificultades. En el caso
del cabildo de Mérida, si Mauricio Vila desoye las voces de sirena y busca la
reelección, el PAN tendría que sustituir a uno de los actuales regidores por
una mujer. Lo mismo sucedería en todas las planillas que no ajustaran el número
mágico de 50-50.
La paridad es sólo uno de los retos de la
organización del proceso 2018. Las normas que rigen el desarrollo de las
campañas también tendrán que ser revisadas y adaptadas a las nuevas
disposiciones de las autoridades electorales. Por ejemplo, ¿cuándo se debe
separar de su encargo un alcalde que aspire a ser reelecto? ¿Sólo él/ella, o
todos los regidores propietarios que formen la planilla de candidatos? ¿Y los
diputados en ejercicio de su encargo? La verdad es que me da pesadillas
imaginar enero con ¿100? ¿50? ayuntamientos descabezados y un congreso con
puros suplentes. Las autoridades tendrán que garantizar la equidad entre
candidatos: unos, tras su reelección, otros, la “retadora”, sin antecedentes
institucionales. No hay mucho tiempo para analizar, debatir y fijar las reglas.
Ahora sí, se nos queman las habas.
A los partidos, a los órganos
electorales, a las posibles candidatas y candidatos. Y sobre todo, a una
ciudadanía expectante del cumplimiento de la Ley.— Mérida, Yucatán.