El Tren Rápido Transpeninsular

Dulce María Sauri Riancho

Una vez más, la Universidad Marista fue anfitriona de temas ciudadanos, aquellos que por indiferencia o dificultad política prefieren ser tratados en conciliábulos y reuniones discretas de los tomadores de decisiones. El turno fue del proyecto Tren Transpeninsular (TT), poco conocido y mucho menos debatido de cara a la sociedad yucateca. El panel convocado la tarde del lunes giraba en torno a tres cuestiones: Por qué el TT, para qué serviría y quién se beneficiaría. Fuimos tres los panelistas invitados: dos ex gobernadores y un destacado empresario yucateco del ramo turístico, con inversiones considerables en la zona de Cancún.

Las estimaciones sobre el costo del TT, calculado entre 15,000 y 20,000 millones de pesos, deberían haber levantado reflectores sobre una obra que estima gastar por sí sola 10 años del histórico presupuesto 2014 destinado a obras de infraestructura en Yucatán. ¡Qué modestas lucen las cifras asignadas para la primera etapa de la supercarretera Mérida-Chetumal, con sus 695 millones de pesos y la ampliación del viaducto alterno del puerto de Progreso, con 150 millones!

En la ágil discusión propiciada por el conductor se manifestaron coincidencias y discrepancias entre los participantes. Hubo pleno acuerdo en la falta de información oficial sobre el proyecto, pues aparte de conocer la ubicación de su destino, Punta Venado, poco se ha dicho para fundamentar la aseveración sobre el tráfico de personas y de mercancías que le otorgarían rentabilidad económica y social. Poco, por no decir nada, se ha argumentado a favor de la protección ambiental y de los derechos de la población maya milpera que se verán afectados por la realización de la obra.

No hubo acuerdo sobre la utilidad del TT para incrementar la llegada y la estadía de turistas a Mérida. Cierto que el aeropuerto de Cancún atiende 16 millones de personas cada año. Sin embargo, como expresó uno de los panelistas, “… pero ¿para subirse a un tren..?”. Es más, alertó sobre el impacto de sustituir los autobuses por el ferrocarril en los traslados de Cancún y la Riviera Maya hacia Chichén Itzá, pues ya no habría incentivos para visitar las pequeñas poblaciones de la ruta y quizá tampoco Valladolid, lo que actualmente sucede, pues el interés de la mayoría estaría enfocado sólo en conocer una de las Siete Maravillas del mundo moderno. Se señaló el peligro de que se registrase incluso un retroceso en el número de días de pernocta en Mérida, pues los visitantes provenientes de Quintana Roo podrían ir y venir fácilmente en una sola jornada, regresando a dormir a sus hoteles.

José Chapur tiene claros argumentos que abonan hacia Cancún como punto de destino del TT. Bien sea en la ciudad o en el aeropuerto internacional, la facilidad de acceso podría generarle al tren una mayor ocupación que la que tendría si su llegada fuese a Punta Venado. No obstante, el costo del boleto y la comodidad de los traslados de los trabajadores en las combis desde sus poblaciones y de los turistas, directo desde sus hoteles hasta Chichén, podrían afectar su competitividad.

Los tres panelistas, en particular quien esto escribe, enfatizamos la grave necesidad de mejorar la conectividad ferroviaria de Yucatán con el centro y norte del país. Hasta el momento, la nueva concesionaria del Ferrocarril Chiapas-Mayab, que es a la que pertenece la porción Valladolid-Mérida-Coatzacoalcos, no ha realizado inversión alguna para reconstruir las vías y acelerar la velocidad de un tren que cuando circula lo hace a velocidad promedio de 20 km/h. ¡Imagínense! Una semana para llegar a la ciudad de México.

Hubo plena coincidencia entre los participantes de aprovechar la disposición del gobierno federal para impulsar la inversión en infraestructura en la península de Yucatán, pero hubo parcial discrepancia si el TT es el proyecto prioritario para nuestro estado. De alguna manera, rondó en la mesa el temor de que un cuestionamiento crítico a una “decisión presidencial” anunciada por el Lic. Peña Nieto en su discurso de toma de posesión pudiese representar la cancelación definitiva de una inversión de gran magnitud en la región. Sin embargo, también se manifestaron propuestas concretas para materializar acciones de gran envergadura y efectos positivos para nuestro estado, como el “home-port” de cruceros en Progreso, que atraería a Mérida a quienes se embarcan en ellos, ocupando aviones y hoteles, al menos por una noche; o el hub de carga en el aeropuerto de Kaua, con recinto fiscalizado incluido; o el ferrocarril a la terminal remota de Progreso; o la extensión del gasoducto hasta el norte de Quintana Roo, entre otras.

En lo personal, considero que el proyecto del TT es marginal para la proyección económica del estado de Yucatán. Presenta serias limitaciones para facilitar e incentivar el tránsito de personas entre Mérida y el norte de Quintana Roo. No beneficia la conectividad ferroviaria de Yucatán; por el contrario, sólo reforzaría el carácter insular de la Península, en tanto no se transforme y modernice la conexión hacia Coatzacoalcos. El TT, planteo, está enfocado esencialmente al turismo de cruceros, para diversificar y despresurizar a la isla de Cozumel. A su parte continental, Punta Venado, podrían llegar en mayor número; disponer de las atracciones de parques y centros de diversión de la Riviera Maya; algunos, dirigirse hacia Chichén Itzá y en la tarde, de nuevo embarcarse para continuar su paseo. Y en la dársena de mayor calado del Caribe en su conjunto se podrá desarrollar una terminal de carga que ahora, por lo menos, tiene aseguradas 6 millones de toneladas de exportación de calizas de la empresa norteamericana Vulcan. ¿Y Progreso? Bien, gracias.


Confío en que este ejercicio democrático propiciado por la Universidad Marista abra camino para que las autoridades se asuman obligadas a informar puntualmente sobre el Tren Transpeninsular, y que la sociedad, es decir, todos nosotros, tomemos nuestro derecho a exigir que se despejen las dudas y se sustituyan por certezas de que esta inversión multimillonaria se realizará en beneficio de todos, no de los cuantos que construyan las vías y vendan las locomotoras.- Mérida, Yucatán.

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