El síndrome Aquimichú, ante el retroceso

Dulce María Sauri Riancho

Pasito pa'lante, pasito pa'trás. No es el ritmo de una pieza de baile; es una forma de expresar el creciente desánimo que experimentan grupos amplios de la sociedad. Que la política todo descompone; que no representa el sentir de la mayoría, sólo de esos grupos "eternamente inconformes"; que todo se convierte en ataques entre los representantes del PAN ahora en la oposición y del PRI, ahora en el gobierno.

Las calenturas de adentro pueden enfriarse cuando nos miran desde el exterior. Es lo que hacen dos instituciones con la presentación de sus índices que comparan a Yucatán con las otras 31 entidades federativas y con los promedios nacionales. El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) lo hace en relación con el desarrollo económico y la empresa Aregional, lo elabora sobre el desarrollo humano.

¿Qué nos dicen? El gobierno resalta que somos el cuarto lugar en menor desempleo, pero se cuida de mencionar que los yucatecos ganan menos que la mayoría de los trabajadores de otras partes del país, ya no hablemos de los vecinos de Quintana Roo y de Campeche. Tampoco menciona que los tres primeros lugares en la tabla de empleo lo tienen las tres entidades más pobres de México: Chiapas, Oaxaca y Guerrero. ¿Por qué razón? Porque el desempleo es un lujo que no se pueden dar entidades o familias pobres.

Por eso es que tres de cada 10 trabajadores yucatecos están en la economía informal, sin seguro ni prestaciones sociales. El producto interno bruto, la riqueza generada por todo el aparato productivo de nuestro estado sólo creció en 0.2% en un año, cuando el promedio nacional fue de 2.1%.

El IMCO alerta sobre las finanzas públicas de Yucatán. Por una parte, señala la debilidad de los ingresos propios, los que provienen del cobro del impuesto de nóminas y del hospedaje, principalmente. Dice que hay que revisar la "autonomía fiscal", no propone subir las tasas, como es la intención gubernamental.

Prende un "foco amarillo" al endeudamiento del estado. Hasta 2008, Yucatán presentaba niveles relativamente bajos: fue en 2009 cuando fue autorizado el crédito de $1,870 millones para un conjunto de proyectos que, recién nos enteramos, requieren de nuevo multimillonario préstamo. Como en la escala de los huracanes, estamos a punto de pasar a "alerta naranja", con esta nueva carga, aumentada ahora por los llamados PPS (Proyectos de Participación Social) con los que pretenden construir museos, hospitales y otras obras públicas, por las que se pagará un arrendamiento por los próximos 25 ó 30 años.

No conocemos a ciencia cierta cuánto debe el gobierno del Estado en su conjunto, pero una inquietante pista la proporciona el propio IMCO: el sistema de pensiones estatal, es decir, el ISSTEY "... requiere una reforma urgente para evitar problemas de liquidez en el corto plazo...". ¿Le ha pagado el gobierno las cuotas que retiene de sus trabajadores? Si no es así, ¿cuánto le adeuda? No vayamos a enterarnos al final de esta administración que el sistema de pensiones del Estado está en riesgo inminente de quiebra.

El Índice de Desarrollo Humano de la empresa Aregional nos recuerda que Yucatán tiene el lugar 30 en Eficiencia Terminal de Secundaria, el 24 en relación con la población que sabe leer y escribir; la posición 30 en niños nacidos vivos sin desnutrición infantil; el mismo número 30 para los niños en la primaria sin desnutrición; el lugar 23 en mortalidad materna; sólo ocho de cada 100 personas empleadas gana más de $8,000 mensuales, lo que ubica al estado en la posición 24.

Pero no todo es gobierno ni son malas noticias. Al fondo de esta "caja de Pandora" de las estadísticas se halla la esperanza: los indicadores de Cohesión Social, los que tienen que ver con la participación ciudadana, ubican a Yucatán en los primeros lugares en participación electoral, en la denuncia de delitos, en el número de mujeres electas en las presidencias municipales. Ahí está el aliento para cambiar el paso, el ánimo y el ritmo.- Mérida, Yucatán.

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