El informe del corazón

Dulce María Sauri Riancho

No es una simple formalidad ni el prurito de quien busca el pelo en la sopa con el afán de criticar. Se trata de uno de los eventos fundamentales de la división de poderes, el informe que rinde el Ejecutivo, o sea la gobernadora, a los representantes del pueblo, los diputados que conforman el Congreso del Estado. Los mecanismos y la forma para analizar y realizar la función de fiscalización sobre el Ejecutivo, a cargo del Poder Legislativo, se ponen en marcha con este acto; no antes, tampoco después. No fue el caso del “III Informe Ciudadano”.

La Constitución yucateca contempla en un transitorio las fechas especiales en que este gobierno quinquenal habrá de rendir su informe de actividades. Por el cambio de calendario electoral realizado en mayo de 2006, por única vez durará la administración gubernamental poco más de cinco años, 62 meses para ser precisos, de los cuales han transcurrido 36. En 2012, la elección local se realizará simultáneamente con la federal y el 1 de octubre de ese año habrá nuevas autoridades estatales. En consecuencia, las fechas para cumplir la obligación constitucional de informar también se modificaron, al trasladarse hasta el 3er domingo de octubre en los cuatro primeros años del mandato, y al primer domingo de septiembre en la última ocasión. Esto significa que el informe de labores del tercer año de gestión habría de ser presentado por la gobernadora el 17 de octubre de este año.

Entonces, ¿qué sucedió el domingo pasado en el llamado “Informe Ciudadano”? Constitucionalmente nada, pues ningún diputado, ni del PRI ni de la oposición, tendría base legal para cuestionar datos y cifras proporcionados por la titular del Ejecutivo; menos aún podrían ejercer la atribución de citar a los funcionarios estatales para profundizar o cuestionar las afirmaciones de su jefa. Desde luego, los plazos para la presentación de la cuenta pública son otros, con año calendario cumplido de por medio.

La transformación de un acto que marcaría el inicio de la fiscalización y la rendición de cuentas por parte de la gobernadora, en un evento esencialmente mediático, no es cosa menor. Al llegar a octubre, los ciudadanos, presas de la confusión, se enteran de que “ahora sí se presentará el informe de labores”. Los diputados, en particular los opositores del PAN y del PRD, tendrán que esperar dos meses para preguntar al Ejecutivo, con alguna obligación de brindarles una respuesta, por algunas de las aseveraciones del domingo pasado, como por ejemplo, la ubicación de las 63,000 “acciones de vivienda” o el resultado del compromiso de hace 12 meses de construir otros tantos pasos peatonales sobre el periférico de Mérida. Además, sería posible aclarar las contradicciones entre las cifras de incremento del turismo de convenciones y la información brindada por los empresarios del ramo, que hablan de un retroceso en 2010.

Los datos sobre ingresos y gastos del gobierno, sobre el destino de los créditos contratados, sobre el financiamiento de las actividades públicas han estado ausentes en los tres informes de agosto. Esos, por su aridez y sus espinas, se dejan para los silencios de octubre, cuando apenas reciban atención de los ciudadanos.

El problema principal estriba en la selección arbitraria de lo que se presenta como resultado de las actividades del Ejecutivo estatal. En octubre es obligación informar toda la acción pública, incluyendo el destino del gasto; en agosto es posible escoger lo más bonito, donde se presume que se han obtenido los mejores resultados. El informe de agosto es “puro corazón”, sentimientos, gozos y celebración. El informe de octubre es, debiera ser, “puro cerebro”, datos fríos que pretenden ser congelados a fuerza de indiferencia.

En la batalla entre las formas y el contenido, la novedosa manera, el “performance”, entendido como una muestra escénica que provoca asombro, hicieron del “III Informe Ciudadano” un factor de atracción. Ya no sólo fue la mega jarana y la asistencia de varios admirados artistas y cantantes, sino también el espectáculo audiovisual el que predominó. Empujada tal vez por la presencia de tantos y tantas artistas, la gobernadora decidió encabezar un “reality show” con testimonios dramatizados y entrega de premios incluidos (por cierto, ¿habrán donado las casas Promotora Residencial y Grupo Sadasi o son parte de los créditos duramente obtenidos por las familias y que pagarán, como la mayoría, puntualmente por largo tiempo?).

“Yucatán 3 años, un sólo (sic) corazón”, fue la frase que presidió el III Informe de agosto. Así, “sólo” con acento, como apócope de “solamente” o sin él, como sinónimo de “soledad, sin compañía”. Esta tierra no es Sólo corazón: es cerebro, esfuerzo convencido para germinar ideas y hacerlas realidad. Tampoco Yucatán empezó hace tres años ni es un Solo corazón que vive y goza, ajeno a lo que sucede en otras partes de México. Somos muchos corazones, pensamientos y percepciones que merecemos respeto y progreso en la diversidad.— Mérida, Yucatán.

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