Obligación ciudadana

Cinco regalos para Mérida

Dulce María Sauri

Toda la atención de los partidos políticos en estos días está concentrada en la selección de sus candidatos. “Mérida es casi Yucatán...”, frase de nuevo cuño que, aunque tiene un dejo de prepotencia frente a los otros 105 municipios y ciudades del estado, muestra con claridad la importancia de la contienda política en la capital yucateca.

Excepto el PRI, los demás partidos se encuentran aún inmersos en sus procesos internos. Más lejanos se observan los planteamientos que los candidatos harán durante las campañas.

Considero que el verdadero inicio de rendición de cuentas por parte de las autoridades emanadas del sufragio popular está en la revisión de los compromisos y promesas realizados durante la campaña. Propongo que, en consecuencia, para la muy próxima elección, los candidatos de los partidos políticos respondan a cuatro preguntas básicas: 1) ¿Qué conservaría de los programas y acciones del actual Ayuntamiento?; 2) ¿Qué eliminaría por considerarlo nocivo u obsoleto?; 3) ¿Qué haría diferente a lo que actualmente se realiza con buenos resultados?; 4) ¿Qué sería lo nuevo que aportaría su administración para construir la Mérida del siglo XXI? Como ciudadana, quisiera contribuir a este debate indispensable en forma de una “canasta de regalos” para Mérida, la que muy pronto cumplirá 468 años de fundación; la ciudad del siglo XX que demanda bases sólidas de despegue hacia el siglo XXI.

Un nuevo sistema de transporte.— Hacerlo más barato, fluido, seguro y digno de una ciudad moderna exige una profunda reordenación del transporte actual; la introducción de un sistema de metrobús o tren urbano que circunvale y redistribuya el flujo de pasajeros por toda la ciudad; nuevas terminales y puntos de transferencia, entre otras importantes cuestiones. Mejorar y abaratar el transporte significa aumentar la calidad de vida de los meridanos.

Vialidad de siglo XXI.— La ampliación del Anillo Periférico no es suficiente para satisfacer la vialidad que Mérida necesita. Los pasos a desnivel —elevados o deprimidos—, los pares viales, las zonas peatonales, estacionamientos públicos accesibles y suficientes, son algunas de las acciones indispensables para recuperar parte de la placidez urbana.

La otra parte es la calidad del transporte público que desaliente el uso de vehículos particulares, muchos de ellos en pésimo estado de conservación, pero que son la única alternativa al alcance de las familias para suplir las deficiencias del servicio público.

Agua suficiente y de calidad.— Tan cerca como seis metros del suelo, tan lejos como la contaminación que ya registramos, el abasto y la disposición del agua potable da salud y atrae industrias y actividades económicas que la requieren. Una vez más surge el tema tabú e indispensable de abordar del drenaje sanitario, del tratamiento de las aguas negras, las que se van a los sumideros y fosas sépticas, del agua de lluvia que inunda las calles y los patios después de un aguacero. Pero también se requieren políticas que conserven la calidad de los mantos freáticos, preserven las zonas de captación y recuperen, con las herramientas modernas, prácticas tradicionales como los aljibes y depósitos para conservar el agua de lluvia.

Desarrollo Urbano.— ¡Me dan terror los “chiquilotes”! Sólo me dan más miedo los edificios multifamiliares como solución al problema de la vivienda.

Hacer cada vez más pequeños los terrenos para construir casas “de interés social” no es ayudar a quienes la necesitan, sino premiar la ineficiencia de los constructores que prefieren reducir el costo del terreno en vez de mejorar su productividad. En Mérida no hay cerros, ríos ni barrancas que limiten su crecimiento: hay disponibilidad de tierra. Entonces, ¿por qué lastimar la calidad de vida de las familias de bajos ingresos condenándolas a hacinarse en un pequeño espacio donde no hay siquiera la esperanza de construir un cuarto en un futuro? Y los edificios de departamentos populares parecen ser una “bomba de tiempo” en términos de convivencia. Una densificación inteligente que permita aprovechar la infraestructura urbana es necesaria, no la introducción de modelos que obedecen a otras condiciones y a otros climas.

Darle a la planeación el lugar que le corresponde.— No es un adorno ni debe ser “voz que clama en el desierto”. ¿Conocerán los candidatos el Plan Estratégico de Mérida? ¿Darán una opinión sobre sus lineamientos? ¿Cómo conciben la planeación del largo plazo o sólo se concentrarán en las obras de relumbrón que puedan inaugurar durante su periodo? ¿Conocen el trabajo del grupo Centro Histórico? ¿Cómo revitalizar a Mérida sin atender su corazón enfermo? Ésas y otras preguntas exigen respuestas puntuales por parte de quienes aspiran a gobernar Mérida, no sólo a administrarla en los próximos 27 meses.

Durante 2010 los ciudadanos podemos trabajar los regalos para Mérida, la del siglo XXI. Serán también para nosotros, los habitantes de esta hermosa ciudad.— Mérida, Yucatán.

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